Una vez captada el agua se le aplican diversos tratamientos, según su procedencia, que van desde la simple cloración, hasta la eliminación de compuestos químicos que, si bien no son tóxicos, han de ser eliminados para mantener el agua en las condiciones de salubridad prescritas por la normativa.
Esta agua se distribuye a través de una red de depósitos y tuberías que cubren completamente el área de cobertura.
El mantenimiento y el análisis constante de la red de distribución tienen por objeto garantizar la continuidad del servicio, previendo situaciones de avería y resolviendo lo más rápidamente posible las incidencias que se produzcan.